Santiago de Compostela, 26 de julio de 2019.- La Asociación Gallega de Empresas Operadoras (AGEO) ha tomado parte de la reunión de la Comisión de Juego Responsable en la Xunta, a la que ha asistido el presidente de los empresarios gallegos del juego presencial, Serafín Portas. En ella se ha entregado a las partes el nuevo borrador de la futura Lei de Xogo de Galicia, que cuenta con la oposición de AGEO. “Hemos aceptado muchos puntos que nos perjudicaban por lealtad institucional y por nuestro compromiso en defensa del juego responsable y los colectivos más vulnerables, pero con este texto se ha roto el consenso sectorial y se ha pasado una línea roja que pone en juego la viabilidad de nuestras empresas en el futuro”, censura Serafín Portas.
AGEO ha acatado que se perfile un futuro en Galicia con “menos juego presencial”, la paralización de apertura de nuevos proyectos, el cambio en las distancias entre los locales de juego y los centros educativos o el aumento de las medidas de control para el acceso a menores o autoprohibidos, pero la inclusión en el texto de un dispositivo electrónico en las máquinas B similar al mando de activación de las expendedoras de tabaco, “ha sido un ataque directo a nuestra línea de flotación”, indica el presidente de las operadoras gallegas, y que puede significar “la ruina para nuestros negocios en un sector modélico y todo un ejemplo en regulación, creación de riqueza y empleo, comprometido con el juego responsable y que nunca ha causado ningún problema”.
La inclusión de la activación por mando en el texto constituye para AGEO “la puntilla de una Ley con la que no estamos de acuerdo en su conjunto, puesto que no recoge ni una sola medida a favor de nuestro sector respecto al texto anterior, es más, lo perjudica en numerosos puntos”.
Este sistema de control con mando a distancia para las máquinas B –popularmente conocidas como tragaperras-, que también se aplicará a las terminales de apuestas, “no ha sido reclamado para las máquinas recreativas ni por jugadores, ni expertos en problemas con el juego ni colectivos; y carece de sentido porque nunca han supuesto ningún problema en los más de 40 años que llevan presentes en nuestros bares por su premio moderado y además no son ‘atractivas’ para los jugadores más jóvenes, por lo que estamos sufriendo los daños colaterales de la proliferación de terminales de apuestas en Galicia, avalada por la Xunta y que desde el principio contó con nuestra oposición”, indica Serafín Portas.
Caída en picado del parque de máquinas, actualmente 8.400
Con esta medida, además, Galicia sería la primera comunidad en contar con el mando en las máquinas recreativas y se crearía un efecto dominó que sería nefasto para el sector del juego y de la hostelería a nivel estatal. En esta comunidad, el negocio de las máquinas B continúa con su dinámica descendente y si en la década de los 90 el parque era de 20.000 máquinas, actualmente las operativas apenas superan las 8.400.
El perfil: hombre de mediana edad que juega bajas cantidades
La máquina recreativa en hostelería es un juego maduro, consolidado y culturalmente arraigado sin que haya presentado un problema social, mucho menos en la actualidad con el descenso de su presencia en beneficio de otros juegos. Asimismo, para los jóvenes este producto no es atractivo porque representa el pasado, tal y como avalan los estudios realizados en materia de juego y consumo, informes de psicólogos y declaraciones de colectivos de jugadores de azar rehabilitados. El perfil de cliente es varón, con edad comprendida entre los 35 y los 60 años, y que destina normalmente a la máquina B el cambio recibido con la consumición.
“La alarma social actual no se corresponde con la realidad”
Serafín Portas insiste que la actual “alarma social y política ante el juego no se corresponde con la realidad, porque en Galicia llevamos muchos años como referencia de sector controlado y responsable, sin incidencias de ningún tipo, y la falta de reglas ante el sector online parece que nos ha arrastrado a todos”. Además, AGEO destaca los estrictos controles en sus locales y la ausencia de incidencias con menores, con el compromiso de juego responsable y la instalación de un código de buenas prácticas como ejemplo.